—Pero ¿por qué no volverá a bailar? —preguntó riendo la Infanta.
—Porque se le ha roto el corazón —contestó el Chambelán.
Y la Infanta frunció el ceño y sus finísimos labios de rosas se plegaron en un encantador visaje.
—Que en adelante los que vengan a jugar conmigo no tengan corazón.—exclamó, alejándose a toda prisa hacia el jardín.
—Porque se le ha roto el corazón —contestó el Chambelán.
Y la Infanta frunció el ceño y sus finísimos labios de rosas se plegaron en un encantador visaje.
—Que en adelante los que vengan a jugar conmigo no tengan corazón.—exclamó, alejándose a toda prisa hacia el jardín.
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